1. Regar demasiado: el error más frecuente
El exceso de riego es la causa más común de la muerte de plantas en interiores. A menudo pensamos que el agua es sinónimo de salud, pero en realidad demasiada agua puede asfixiar las raíces . Cuando el sustrato permanece constantemente húmedo, las raíces dejan de recibir oxígeno y comienzan a pudrirse.
Cómo reconocerlo
- Hojas amarillentas o marchitas, pero el suelo aún húmedo.
- Olor desagradable o moho en la superficie de la tierra.
- La planta parece enferma, aunque no esté seca.
Cómo evitarlo
- Antes de regar, introduce un dedo en la tierra. Si está húmedo, espere uno o dos días.
- Utilice macetas con orificios de drenaje.
- Coloque una capa de piedras o arcilla expandida en el fondo de la maceta.
- Evita dejar agua estancada en el plato inferior.
2. No regar lo suficiente
El extremo opuesto también es perjudicial. Algunas personas, por miedo a excederse, terminan regando de menos. Las plantas deshidratadas presentan hojas secas, caídas o quebradizas.
Cómo reconocerlo
- La tierra se ve separada del borde de la maceta o está muy compacta.
- Las hojas se vuelven opacas y se caen con facilidad.
- Las puntas se secan o se vuelven marrones.
Cómo evitarlo
- Riega lentamente hasta que el agua comience a salir por debajo de la maceta.
- En climas cálidos o secos, aumente la frecuencia de riego.
- En interiores con calefacción o aire acondicionado, controle la humedad ambiental.
- Si pasas mucho tiempo fuera, considera un sistema de riego automático o utiliza hidrogel para mantener la humedad.
3. Regar en el momento del día equivocado
El horario del riego puede marcar una gran diferencia. Regar bajo el sol intenso del mediodía puede provocar que el agua se evapore rápidamente y no llegue a las raíces; Además, las gotas sobre las hojas pueden provocar quemaduras.
Mejor horario para regar
- Por la mañana temprano: la planta aprovecha la humedad durante el día.
- Al atardecer: ideal para climas muy calurosos, ya que el agua se absorbe lentamente.
Evite regar en exceso durante la noche, especialmente en interiores, porque la humedad prolongada sin ventilación favorece los hongos y el moho.
4. No considere el tipo de planta y de sustrato
Cada especie tiene un ritmo distinto de absorción de agua. Regar todas las plantas “por igual” es un error clásico. Las suculentas y cactus almacenan agua y necesitan riegos esporádicos; las plantas tropicales, en cambio, prefieren humedad constante.
Influencia del sustrato
- Sustratos ligeros con perlita o arena drenan más rápido.
- Sustratos con turba o compost retienen más humedad.
Cómo evitar el error
- Infórmate sobre las necesidades de cada planta.
- Agrupa las plantas según su necesidad de riego.
- Usa mezclas de sustrato adaptadas a cada especie.
5. Regar desde arriba sin mojar la raíz
Regar solo la superficie o las hojas no hidrata correctamente; el agua debe llegar a las raíces. Si el agua no penetra bien, la planta puede seguir deshidratada aunque el sustrato parezca húmedo por fuera.
Cómo regar correctamente
- Riega lentamente para que el agua se distribuya de forma uniforme.
- Asegúrate de que el agua llegue hasta la parte inferior de la maceta.
- Si la tierra está muy seca y compacta, riega en etapas (un poco, espera y vuelve a regar).
- Para plantas pequeñas, prueba el riego por inmersión colocando la maceta en un recipiente con agua durante unos minutos.
Evita mojar las hojas en especies sensibles (por ejemplo, violetas africanas) para prevenir manchas y hongos.
6. Usar agua inadecuada
No todas las aguas son iguales. En algunas zonas, el agua del grifo tiene altos niveles de cloro o cal, lo que puede alterar el pH del sustrato y dañar las raíces.
Recomendaciones
- Usa agua de lluvia o agua reposada (dejada 24 horas en un recipiente) cuando sea posible.
- Evita el agua muy fría; utiliza agua a temperatura ambiente.
- En plantas delicadas (orquídeas, helechos), prefiere agua blanda.
7. No observar las señales que da la planta
Las plantas "hablan" mediante hojas, tallos y tierra. Si aprendes a observarlas, sabrás cuándo necesitan más o menos agua. El color, la textura y la postura de las hojas son los mejores indicadores.
Señales habituales
- Hojas caídas y blandas → exceso de agua.
- Hojas secas y quebradizas → falta de agua.
- Manchas marrones → riego irregular o agua con cloro.
8. Falta de drenaje o macetas inadecuadas
Usar macetas sin orificios o con drenaje insuficiente puede ser fatal. Si el agua no puede salir, se acumula en el fondo y provoca pudrición radicular.
Soluciones prácticas
- Asegúrate de que las macetas tengan agujeros de drenaje.
- Coloca una capa de piedras, grava o trozos de cerámica en el fondo.
- Si usas macetas decorativas sin orificios, emplea una maceta interior con drenaje (doble maceta).
- Vacía los platos recogedores unos minutos después del riego para evitar estancamientos.
Conclusión: el equilibrio perfecto
Regar correctamente no se trata de seguir una fórmula exacta, sino de observar y comprender las necesidades de cada planta. El exceso de agua asfixia, la falta deshidrata; ambos extremos pueden ser mortales. Con atención a la textura de la tierra, el aspecto de las hojas y el clima del entorno, desarrollarás una intuición natural para saber cuándo y cuánto regar.
Consejo final: si quieres completar tus cuidados, no te pierdas nuestro artículo Las 5 herramientas esenciales para tu jardín medicinal, el complemento perfecto para mantenerlas siempre saludables.
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